La escalera del Bastión y el tropiezo de la ciudad Había una escalera que unía la calle Bastión con el centro de la ciudad. No era una obra maestra de la ingeniería ni un reclamo turístico, pero cumplía su función: conectar, facilitar, acompañar el paso. Una escalera modesta pero sólida, pensada para subir y bajar con confianza y seguridad.
Hasta que alguien decidió que había que cambiarla.
No se sabe muy bien por qué. Tal vez porque estaba ahí desde hacía demasiado tiempo, o porque no lucía bien en las fotos. El caso es que un buen día, la vieja escalera desapareció. En su lugar, surgió otra nueva: más barata, más simple, y —dicen quienes la usan— bastante menos segura.
Y así, casi sin darnos cuenta, la escalera del Bastión se convirtió en una metáfora perfecta de cómo se gobierna últimamente en esta ciudad.
Porque en Astorga hemos aprendido que hay quien confunde gestionar con desmontar, renovar con abaratar, y mejorar con improvisar. La nueva escalera no busca facilitar el paso, sino aparentar un cambio. Es el reflejo de un modo de hacer política donde lo importante no es si las cosas funcionan, sino si pueden anunciarse.
La anterior podía tener desgaste, pero era firme. La nueva brilla en las fotos, aunque da miedo pisarla. Como muchas decisiones del actual equipo de gobierno: más pensadas para el titular que para el ciudadano.
Quizá el problema no sea la escalera, sino la dirección. Porque no se puede subir cuando se empieza cada proyecto tirando abajo lo que ya estaba bien. No se avanza cuando la prioridad es hacerlo más rápido, más barato y más vistoso. Y, sobre todo, no se construye ciudad cuando se toma cada decisión sin escuchar a quienes la caminan cada día.
La escalera del Bastión debía servir para subir. Pero hoy se ha convertido en símbolo de otra cosa: de la falta de proyecto, de la prisa por aparentar y del olvido del sentido común. Una obra pequeña que, sin quererlo, resume una gestión entera: olor a pintura barata, pasos en falso y peldaños mal medidos.
Astorga no necesita más escaleras como esa. Lo que necesita es que alguien vuelva a pensar en cómo subir —con cabeza, con diálogo, y con algo más que cemento rápido y fotos para la galería—.
Porque una ciudad, como una buena escalera, se construye paso a paso. Y si se hace mal, tarde o temprano, todos acabaremos tropezando.
José Luis de la Iglesia, concejal del partido socialista del Ayuntamiento de Astorga.



