Se nos acaba de ir Javier del Palacio García, “Javi”, sin más. Se ha ido de esta vida exactamente igual que anduvo por ella: con una dignidad indestructible, preocupado de que los demás no se preocupasen y, sobre todo, mirando a los ojos vacíos de la Parca que lo rondó tanto tiempo para acabar dejándonos sin él
Javi era una de esas personas que, con su vida diaria, mantenía viva la ciudad a la que pertenecía y que, en buena media, le pertenece. Era mucho más que la Chirijota de Carnaval que satirizaba la vida diaria lleno de humor en ese trío “de la mantecada” que formaba con Neli y César y que pregonó la última Piñata; era el grupo de teatro de San Andrés, era la sal de cualquier reunión de la peña del Athletic de Bilbao…. y, sobre todo, se dedicaba a contagiar su risa y sus ganas de vivir a cuantos se ponían a menos de tres metros de él. Era tan astorgano que hasta su trabajo fueron las artes gráficas.
Cuando hace más de dos años la “dama negra” empezó a afilar su guadaña, se remangó, la esperó, y con un sufrimiento del que pocos eran capaces de enterarse, procuró seguir regalándonos su manera optimista de vivir inventando fuerzas donde no las había. El hombre con una moral a prueba de cualquier revés circula a estas horas por los mundos celestes cantando “Mamá, yo quiero ser bombero”.
Los que tuvimos el privilegio de su amistad perdemos su bonhomía y su vitalidad tan contagiosa que contribuía a la nuestra. La ciudad entera pierde a uno de esos vecinos cuya condición de ilustre está por encima de blasones y títulos.
Seáte la tierra leve.
E. RAMOS CRESPO
