Juan José Alonso Perandones – La tolva
Durante la apertura en Madrid de la exposición “La mujer en el México indígena”, el pasado 28, el ministro Albares declamó, ante el embajador Quirino Ordaz, una visión parcial sobre la colonización del imperio azteca. No mencionó a su principal protagonista, Hernán Cortés, pero he deparado en cómo personaje tan relevante ha dejado huella en dos continentes; y hasta en esta lejana tierra. Conocido es que Moctezuma ofreció al conquistador medellinense, en su encuentro de 1519, la bebida para los aztecas más preciada, el ‘xocoatl’; y Cortés, vistas sus bondades, cuatro años después ya enviará el primer cargamento de cacao a la Corte. El artífice de la existencia de nuestro Museo, José Luis López, sugiere que la existencia del chocolate en Astorga pudo ser temprana, propiciada por la razón de que su IV marqués, Pedro Álvarez, gozase de buena relación con Carlos V, favorecida por hechos como el dispendio para su coronación imperial en Bolonia y por disponer de arrieros; y, al tiempo, por su trato con un Hernán Cortés empecinado en emparentar con la alta nobleza. Por esta razón estableció un acuerdo para el matrimonio de su hija María Cortés con Álvaro Pérez, el hijo del citado marqués. Quién lo diría, en el lejano origen de nuestra industria chocolatera entran en juego: Moctezuma y Hernán Cortes, el emperador Carlos, el IV marqués y sus arrieros; y un compromiso de casamiento, el cual resultó fallido.



