Pasando el puerto – M. A. Macía
El desastre de las comarcas deja un claro mensaje: hemos pasado del estado del bienestar al estado de abandono. Cuanto antes se interiorice mejor. Definiendo el problema pudiera plantearse la posibilidad de alguna solución, de haberla. Mientras tanto es inútil seguir viviendo en la inopia azul de las redes de soporte, la credibilidad en el sistema, el tejido defensivo para suavizar las desgracias, los recursos que se imponen en el caos. No hay nada de eso y como se ha visto también ante los desastres, solo hay apariencia. Se constata que el sistema llega hasta donde llega y más allá de plausibles sobresfuerzos, en ocasiones a la desesperada, en acciones puntuales falta la planificación que es la madre de todas las acciones. Sin planificación corremos como pollos sin cabeza, alentamos el caos, hacemos más grande la tragedia y nos llevamos una comunión de realidad que nos sitúa en nuestro sitio. Frágiles, sin apoyo y abandonados. Únicamente el cuadro se ilumina con la luz de la solidaridad. Es luz, claro. Pero insuficiente para alumbrar la negrura en que se ha convertido una tierra abandonada. Vivimos en un carísimo estado de abandono y espuma.
