“En este país mucha gente se enriquece por arte de mafia” – Jaume Perich Escalá “El Perich”. Humorista gráfico catalán
Enrique RAMOS CRESPO
Se vivió el pasado martes en este país un momento de esos que resultan gloriosos para los observadores de la realidad mediática y que pasan desapercibidos al común de los mortales. En muy pocas horas de diferencia, se conoció un informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil donde se pormenorizaban los procedimientos que gentes del PSOE tenían para “hacer caja” con cargo a las obras públicas y donde más que el ya amortizado José Luis Ábalos, el preso y ex secretario de organización socialista Marcos Cerdán aparecían como “conseguidores” previa comisión correspondiente; y en el mismo día, se supo que la misma unidad de la Guardia Civil entraba a saco en la Diputación de Almería, detenía a su presidente, del PP, y a otro alcalde del mismo partido de un pueblo de la provincia acusándolos también de amasar pan propio con harina pública. Una escena, por cierto, que nos puede sonar de algo ocurrido hace años en la Diputación de León.
Ese martes fue, como estamos diciendo, absolutamente gozoso: mientras los medios afines a la derecha cargaban la suerte sobre lo manirrotas que eran algunas personas vinculadas al PSOE gastando alegremente con tarjetas de crédito, los de enfrente sacaban y resacaban al presidente provincial de Almería haciendo de maestro de ceremonias en actos públicos con Feijóo y Moreno Bonilla. Por cierto que unos y otros minimizaban respectivamente la intervención que menos le gustaba.
Y en medio de todos ellos, alguien dijo “aquí mucho hablamos de los corruptos, pero no de los corruptores” aludiendo a las empresas que se han allanado a los turbios manejos para conseguir esas obras públicas. No cuela para nada. En este país está demostrado desde bastante antes de existir las licitaciones públicas en el concepto que tenemos actualmente, que si no se untan las bisagras, las puertas no se abren.
En estas fechas se ha dicho que el Gobierno ha adjudicado una obra en Valencia en la zona afectada por la dana de hace un año a una empresa de la trama Koldo y, en paralelo, que el gobierno valenciano, ha contratado con hasta 60 empresas que también están reconocidas por haber soltado dinero a mayor gloria de la órbita del PP. Y el personal ha puesto el grito en el cielo como el capitán Renault de la policía colonial francesa en la película Casablanca cuando dirigía la redada al Café de Rick y al grito de “es una vergüenza, en este lugar se juega”, recibía la correspondiente comisión por no ser demasiado puntilloso en el cumplimiento de su deber.
A ver ¿con quiénes quieren que contraten? ¿Qué empresas que trabajen para la cosa pública pueden presumir de estar limpias de comisiones? Para perseguir al corruptor conviene que no haya corruptos, porque al final, todas esas empresas, saben que si no pasan por caja, no van a tener esos contratos. Como en el pasaje de Sodoma y Gomorra del Génesis, no hay puros en este negocio, y como no vamos a mandarles la espada flamígera, el Estado en sus múltiples versiones (Central, Autonómico, Provincial o Local), si quiere hacer obras y desarrollar servicios los tendrá que hacer con esta gente, que es quien tiene capacidad.
Sobre esta situación, a un servidor se le suscita otra reflexión aún más profunda (por baja, no por depurada): si en este país hay un sistema cuajado de altos funcionarios que se lo llevan crudo y, por supuesto, de manera absolutamente legal, que son los encargados de velar por la pureza de los procedimientos, y aún así navegamos por las sucias aguas de la corrupción ¿qué hacen? ¿Dónde están esos técnicos de ministerios, de consejerías, de diputaciones y de ayuntamientos? ¿Dónde esos sistemas de control de gasto con interventores, apoderados, tesoreros, secretarios, arquitectos, ingenieros….? ¿Firman en barbecho lo que les pasa el político de turno? Pues entonces no se ganan el sueldo ¿Lo ven pero hacen la vista gorda? Entonces pensaremos que son cómplices y, siguiendo el hilo, incluso beneficiarios del sistema.
Pero ya hemos decidido que los políticos son el único pararrayos sobre el que lanzar nuestras imprecaciones y parece que hay un montón de gente que está cobrando para que el sistema funcione bien y no lo hace. Los sueldos de cada uno tienen un componente muy importante de la responsabilidad de lo que se hace. Cuando en algún ayuntamiento o diputación o comunidad autónoma pillen a tal alcalde o a tal consejero con el carrito del helado, quizás convendría tirar del hilo a ver qué alto funcionario dio paso a la marranada de turno. Pero para entonces igual a los jueces tampoco le interesa remover mucho el lodazal, no sea que les salpique.



