Pasando el puerto – M. A. Macía
Tuvieron que venir desde la neutral Suiza, que está más allá de Barcelona, a avisarnos de que el Ayuntamiento ha puesto una taquilla. Una balda con su talonario de entradas gratis para menores. Una ventanilla para la novillada que atrae el interés de los suizos misioneros de la ONU para evitar que infancia y violencia coincidan en las mismas coordenadas. Y menos mal que avisaron con el el aspaviento del comunicado de prensa porque de lo contrario la taquillita podría confundirse con el cobro de IBI y eso estaría fatal después de preparar la plaza y tenerlo todo listo. Cuando se organiza un evento, incluso uno taurino, conviene identificar sin titubeos los puntos de reparto de entradas para garantizar el acceso público. Y anunciar los actos para que, si incumplen leyes, se denuncien con tiempo y la autoridad proteja todo lo protegible ordenando la suspensión en caso de ilegalidad. No es así con los toros porque nada se incumple y pueden respirar tranquilos en la ONU y en Suiza. O tomar aire fresco y acudir al Juzgado donde se denuncian las ilegalidades. De haberlas, claro.
