Pasando el puerto – M. A. Macía
Es tranquilizador formar parte de una sociedad tan dotada de expertos. De haber vivido en otros tiempos sin el actual apoyo de los especialistas no tendríamos capacidad para interpretar el mundo y estaríamos obligados a caminar entre brumas golpeándonos a cada paso con la realidad incomprendida.
Pero nuestros días no son oscuros gracias a los clarividentes. Tan pronto detectan la estrategia oculta tras el corte del cobre en la vía como alertan por la falta de militancia de un purpurado. Debe reconocerse que estas semanas han tenido mucha plancha. Atendiendo en tantos frentes -que si hoy la luz, mañana los agustinos, ayer las nucleares- es normal que se cuele alguna palada de arenón en forma de opinión improcedente. Algún error predictivo. Es normal que por querer adelantar el color del humo de la chimenea se muten los pronósticos por certezas. Que gotee el congelador, no funcione WhatsApp, luzca cruz doradao el personal agite los brazos junto a las vías no son señales de la llegada del mal y la conversión de las vidas en una agotadora pesadilla.
Entre otras cosas porque de eso ya se encargan los expertos.
