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Diario Impreso Independiente de Astorga y sus Comarcas
sábado, agosto 16, 2025

Fuego que no purifica

Enrique Ramos

Smoke gets on your eyes  (El humo ciega tus ojos): Ray Coniff, cantante y compositor norteamericano

Aún más que la foto compartiendo vacaciones con el narcotraficante Marcial Dorado en el barco de éste, hay otra que, al menos en Galicia, persigue a Feijóo: es la que se conoce como “a da mangueiriña”. El entonces líder de la oposición en Galicia, con atavío “casual”, camisa Polo Ralph Lauren, mocasines castellanos, aparecía en medio de un campo recién ardido “refescando” con una manguerita de 15 milímetros de ancho, apero que apenas da para regar un tiesto, con dos chorrillos de agua que más bien parecían la orina de un aquejado de próstata.  Seguro que se ha arrepentido hasta la saciedad de aquella ocurrencia del lejano 2006 y, sobre todo, de dejarse sacar la foto que se sigue utilizando, pasados los años, como mofa de sus empeños.

Y es que los jerarcas, en esos sitios, por mucho que se empeñe el personal, sobran. Viene al caso el recuerdo del  episodio de “a mangueiriña” con la que se ha montado porque no estaban por aquí cuando empezó la semana negra de los incendios ni el presidente de la Junta ni el consejero de Medio Ambiente. Volvemos a lo de siempre: ¿van a agarrar Mañueco o Suárez Quiñones un batefuegos o una manguera (manguera no, por Dios)? Evidentemente, no. A ambos podrá criticárseles si el contingente de bomberos forestales ha sido suficiente o está bien organizado; pero eso, hay que hacerlo antes, no durante. De ahí que, por mucha munición política que se quiera sacar de ahí y mucho titular sangriento, en el momento del problema, los mandamases más que ayudar, estorban.

Aún más, si nos abonamos a la tesis de que la presencia de ambos tiene influencia en la extinción de los fuegos, llegaríamos a la conclusión contraria a la que pretenden los que tratan de que estén ahí desde el minuto cero. Después de presidir los dos CECOPI, tanto en Zamora como en León, los fuegos tuvieron su curso más devastador; o sea, que mejor que no estén según esta lógica.

A quien se le quema la casa, hay que aguantarle todas las imprecaciones. Siempre nos parece que los socorros llegan a otros sitios más que a nosotros, pero lo cierto es que en esta semana se ha producido “la tormenta de fuego” perfecta sobre la provincia. Es imposible desarrollar un sistema de bomberos forestales que sea capaz de afrontar con garantías y al mismo tiempo una docena de grandes incendios que se han estado desarrollando de manera simultánea espoleados por un ambiente seco y ventoso que ejercía de gasolina. Los que había se han dejado la vida en la extinción, pero aun así fueron pocos por mucho refuerzo que llegó de otras zonas para repartirse por tantos y tan fieros frentes abiertos al mismo tiempo.

Así las cosas, nos encontramos con la otra derivada: una persona ha muerto tratando de apagar un fuego mientras colaboraba en la extinción. Dicen las administraciones: “no convoquen a voluntarios para apagar el fuego. No tienen preparación ni los elementos adecuados para afrontarlo”. Ya, pero entonces, si usted, administración, no me pone a esos profesionales equipados y competentes para defender mi casa ¿qué puedo hacer? ¿Meterme en un autobús y refugiarme en un polideportivo o en el Seminario de Astorga y esperar rezando? Puedo entender que no haya bomberos forestales para apagar toda la catarata de fuego que ha precipitado al mismo tiempo por la provincia, pero al menos, que no se me impida tratar de remediarlo por mi cuenta y con mis medios, ya que no hay otros.

En San Esteban de Nogales, un grupo de vecinos “armados” con sus tractores y las cubas de purines llenas de agua ignoraron la obligación de evacuar y acaso gracias a eso salvaron el pueblo. Las administraciones no se quieren hacer responsables de que muera un voluntario atrapado entre dos fuegos; da igual, cuando los fallecidos o lesionados han sido brigadistas profesionales también han demostrado una capacidad notoria de escurrir el bulto.

El presidente de la Junta acaba de anunciar que el gobierno autonómico no va a escatimar dinero en tratar de recuperar los territorios y bienes afectados por el incendio. No se esperaba que dijera otra cosa en tal momento de tribulación. Honestamente, tampoco espero que cumpla con ese propósito porque ni este presidente de la Junta ni los anteriores lo han hecho ante incendios similares. Aún recuerdo al omnipresente y casi vitalicio consejero Juan Carlos Suárez Quiñones sacando pecho en 2021 de los desvelos de su departamento en la recuperación del incendio que había arrasado los montes de Quintana del Castillo y Valdesamario ocho años antes. Ardieron en esta zona de la Cepeda más alta 2.100 hectáreas y el consejero de jiras campestres acudía a fardar de haber recuperado 249. Como entonces, ahora tampoco pasará nada; tragaremos como hemos seguido tragando hasta ahora. Aquí ni el fuego es purificador.

ENRIQUE-RAMOS-2

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