SIN PASIÓN – Eduardo Sáez
Hacía ya varios años que Felipe González había entrado en ese selecto club de los «que fueron» y en una entrevista dijo aquello de «los ex presidentes de gobierno somos como los jarrones chinos en apartamentos pequeños: se supone que tenemos un gran valor, por eso no nos tiran aunque estorbamos en todas partes».
Algo similar le está pasando al «carbonizado» Suárez Quiñones: nadie en su sano juicio que no tenga otros intereses puede decir que lo hizo bien, pero en una estrategia «mazonificadora», ha decidido seguir adelante con la bendición de un partido al que está lastrando.
La difunta Isabel Carrasco, que llegó a ser consejera de Economía, acabó defenestrada por «fuego amigo» que se había granjeado en su propio partido. Cuando volvió a sus obligaciones laborales de inspectora de Hacienda, empezaron a aparecer lupas sobre las cuentas de determinadas gentes que por esa vía acabaron convenciéndose que esa señora estaba mejor en coche oficial aunque no la votase ni la familia. Así regresó a la política por la puerta grande la Diputación
Quizás hay quien piensa que Suárez Quiñones, juez de profesión, también está mejor en el coche oficial y comiendo cachopos que emitiendo sentencias.
