LA ESPADA Y LA PLUMA – Ricardo Magaz
El caso de Remedios Sánchez, conocida como “La mataviejas”, ha vuelto a estremecer a la sociedad española y a poner en evidencia las grietas del sistema penitenciario. Condenada en 2008 a 144 años de prisión por el asesinato de tres ancianas y el intento de homicidio de otras cinco, ha sido detenida recientemente como sospechosa de matar a una mujer de 91 años en Coruña durante un permiso penitenciario.
El error institucional no radica en haber concedido un permiso a una asesina en serie, sino haber interpretado como “rehabilitación” lo que en realidad era mera “adaptación al entorno penitenciario”. Durante años, Remedios mantuvo un perfil disciplinado sin generar conflictos. Ese expediente aparentemente ejemplar bastó para que la prisión de Teixeiro le otorgara varias salidas temporales. Sin embargo, su conducta no evidenciaba un proceso de reinserción real, sino una estrategia de supervivencia propia de muchos criminales reincidentes.
Su aparente “buena conducta” se convirtió así en una trampa para el sistema, que confundió calma con redención, quietud con arrepentimiento y expiación. Como denuncian los funcionarios de prisiones, este caso refleja un preocupante “buenismo institucional”, una política que prioriza las estadísticas de “reinserción” sobre la valoración del riesgo.
El crimen de Coruña demuestra una vez más que la rehabilitación no puede basarse solo en informes de conducta: el verdadero peligro de “La mataviejas” nunca desapareció, solo fue ignorado.



