Marco A. Macía – Pasando el Puerto
No se les volverá a ocurrir porque ahora los tiempos son otros, pero si los franceses acometiesen de nuevo por la Brecha tendrían, de nuevo, las de perder. Tanto por la incrementada resistencia de la muralla como por la reciente instalación de los prismáticos sobre el muy bien adecentado mirador disuade cualquier tipo de invasión con más fuerza que el índice de Pedro Mato. Porque el mirador del mirador, además de un epíteto, es un peligro para los osados que intenten sitio desde Barrientos hasta los montes de Brimeda. El barrido visual de sus lentes acercan con detalle malsano todo lo que la vista no alcanza o no quiere mirar. Ni siquiera el drama social de la estación del Oeste escapa del binocular inquisidor aunque su finalidad propia pase por descubrir, entre las encinas, el crucero de San Justo. Porque con los prismáticos parece que en realidad están ahí. Tan cerca como cualquier vecino, entre sus jaleos de furgonetas y restos de chatarra. Mirar hacia el problemón aún con binocular quizá sea el primer paso para solucionarlo de una vez por todas. Y eso ya sería una zancada de triunfo grande.
